Escritor y diplomático nacido en Bogotá, el 8 de marzo de
1905, muerto el 10 de mayo de 1969. Jorge Zalamea Borda estudió en el Gimnasio
Moderno y en la Escuela Militar; después inició estudios en la Escuela de
Agronomía, que no concluyó. A los 16 años debutó como crítico teatral en El
Espectador, luego comenzó a publicar cuentos y reseñas en la revista Cromos.
Hizo parte de las tertulias del grupo Los Nuevos en el
café Windsor quienes publicaron entre junio y septiembre de 1925 la revista del
mismo nombre, paso importante en el surgimiento de una generación con
pretensiones de renovar la literatura y la política nacional. Zalamea era el
más joven del grupo, y se le recuerda como un joven seguro de sus intereses,
con apariencia soberbia debido a su combatividad y manera directa e inmediata
de responder a lo que le parecía injusto; otros de Los Nuevos eran León de
Greiff, Germán Arciniegas, Rafael Maya, Luis Vidales y Alberto Lleras. Zalamea
se unió luego a una compañía de comediantes, y viajó por Centroamérica; en Costa
Rica publicó su primera pieza teatral, El regreso de Eva (1927). Entre 1928 y
1933 recorrió España, Francia e Inglaterra; fue miembro de la legación
colombiana en Madrid y vicecónsul en Londres, desde donde redactó una carta
abierta a Alberto Lleras y Francisco Umaña Bernal titulada "De Jorge
Zalamea a la juventud colombiana". En esta carta, Zalamea acusaba a su
generación de abandonar el papel crítico y fiscalizador que le correspondía en
la actividad política del país (y que fue el propósito de los Nuevos),
claudicando ante el poder que le ofrecían generaciones ya caducas. De regreso a
Colombia, ocupó altos cargos en el Ministerio de Educación y fue director de la
Comisión de Cultura Aldeana; mientras desempeñaba este último cargo, redactó el
ensayo "El departamento de Nariño: esquema para una interpretación
sociológica". De 1937 a 1938 fue secretario general de la Presidencia de
la República, y su ejercicio se vio reflejado en el informe "La industria
nacional. Cuando el gobierno de Alfonso López Pumarejo llegó a su fin, Zalamea
se lanzó a la política, tras abandonar los cargos burocráticos.
En 1941 fue elegido representante a la Cámara por
Cundinamarca, y dos años después, durante la segunda administración de López
Pumarejo, fue nombrado embajador en México; luego pasó a ser embajador en
Italia. Respecto a esta época, Alvaro Mutis dijo en 1963: Cuando Jorge Zalamea
accedió a servir al país en puestos públicos o en representaciones
diplomáticas, fue porque en ese momento la orientación del gobierno en turno se
ajustaba a sus inflexibles principios de escritor Político, cuando estas
circunstancias cambiaron, Zalamea se retiró inmediatamente a su vida privada y
laboriosa, de ensayista y poeta. El año 1941 fue intenso para Jorge Zalamea en
cuanto a publicaciones de su obra; aparecieron tres obras teatrales: El rapto
de las sabinas, premiada en Estados Unidos, Pastoral y El hostal de Belén,
traducida luego al inglés; La vida maravillosa de los libros, donde estudia
aspectos de la literatura de España y de Francia; Nueve aristas colombianos,
sobre notables pintores y escultores nacionales como Gonzalo Ariza y algunos de
los Bachués; e Introducción al arte prehistórico, un tema sorprendente en la
obra conocida de Jorge Zalamea, pero que será uno de los ejes de su reflexión
creativa: el mundo del hombre antes de la historia, lo espontáneo en la
expresión del hombre.
En tanto ocupaba la embajada en México, Zalamea tuvo un
extraño encuentro literario: la poesía del poeta y diplomático francés
Saint-John Perse, una de las más altas voces del siglo XX. Era un mal momento
en su vida y, sin embargo, un día cualquiera según cuenta en su testimonio
"La consolación poética"- habiendo tomado por azar el tomo de Elogios
para releerlo ociosamente, he aquí que me nacía deporto la necesidad de
anexarme el aire, la luz, el clima de las comarcas pérsicas; de hacer más
duradera la nueva emoción que aquellos poemas suscitaran en mí; entonces, se
aplicó a su traducción. Cuenta además Zalamea que mientras luchaba con la
resistencia del texto a la traducción, fue encontrando el olvido de sus males,
de las fuerzas negativas que lo acosaban y, por otra parte, se reunió de nuevo
con la imagen del hombre pleno de dignidad, regalo que le daba la poesía de
Perse. A propósito de esta labor, Alvaro Mutis señala: Perdurará como un
auténtico milagro de recreación y compenetración; el mismo Perse se dirigió a
Zalamea para reconocer que su versión iba, por momentos, más lejos de lo que él
había logrado en su idioma. Zalamea vertió la obra completa de Perse al
español, este es uno de sus mayores legados a nuestra literatura. En 1948 Jorge
Zalamea volvió a Bogotá, y dirigió el quincenario Crítica durante tres años;
allí publicó el cuento La metamorfosis de su excelencia, que le acarreó la
censura del gobierno de Mariano Ospina Pérez a la revista.
Tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, se dirigió,
junto con Gerardo Molina y Diego Montaña Cuéllar, a las desconcertadas
multitudes desde la Radio Nacional. Alguien, tal vez un adversario, lo recuerda
en los hechos del Bogotazo de la siguiente manera: Famoso radioamotinado del 9
de abril, locutor que incitó a la matanza, con su voz cavernosa y tremebunda y
que se grabó con buril de fuego en la fantasía de quienes estuvimos hasta el
amanecer pendientes de la radio, en esa fecha negra de la historia colombiana.
En 1949 apareció su colección de ensayos literarios Minerva en la rueca.
Clausurada Crítica, se exilió en Buenos Aires, donde realizó traducciones de
Dimitri S. Merejhkovski, Jean Paul Sartre, T.S. Eliot, Paul Valery y Williarri
Faulkner. Allí publicó su obra más famosa, El gran Burundú-Burundá ha muerto
(1952), relato satírico de la historia de un dictador, su ascenso al poder y el
gran espectáculo de su funeral, previsto por él mismo. No sólo es una sátira
contra el Tirano (el mal en el poder), pues habría podido suceder que parte de
la seducción de este texto escapara a la denuncia política y se enlazara con lo
que Zalamea escribió unos años antes en "La consolación poética",
traicionando así su objetivo: Hay veces que el mal es pasión. Entonces cierta
grandeza comienza a redimirlo; cierta tenebrosa belleza a excusarlo. Sin
embargo, el autor hizo lo posible por evitar este extravío del afecto, y el
trabajo de ridiculización del Tirano en la obra logra opacar el aspecto de
Soberbio Maligno; el Gran Burundú-Burundá es, más bien, el Torpe: Pero hay
otras veces en que la maldad es mezquina, fría y, lo que es más espantable aún,
gratuita. No surge de los torbellinos de la pasión; no es valerosa; no tiene
causa percibible para el criterio humano. Se produce como un sudor maligno,
como la baba que fluye de unos labios relajados. Es indudable que Jorge Zalamea
alcanzó en esta obra una prosa de tal vigor y resonancia que el lector no puede
sustraerse a la furia contra la injusticia que la ha generado.
En 1952 Zalamea viajó a la República Popular China,
Checoslovaquia, Polonia y la Unión Soviética; como secretario del Consejo
Mundial de la Paz, recorrió Europa, Medio Oriente e India. A principios de 1957
escribió en Benarés, a orillas del Ganges (India), la primera parte de El sueño
de las escalinatas, cuya versión definitiva apareció en Bogotá en 1964. Este
poema intenta restablecer la comunión entre el poeta que declama y su audiencia
cercana y viva, el poeta a través del cual habla el mismo pueblo (Ácusa, acusa
la audiencia!). El poema es la voz universal (porque es la de todos) que
denuncia la miseria impuesta y reclama los derechos usurpados; por eso un poema
que sucede en la India, sucede en cualquier parte del mundo. El triunfo de
Jorge Zalamea es haber devuelto a la poesía su condición original, la unión
mágica con la actualidad vital, reconciliación entre estética y ética. Jorge
Zalamea publicó sus memorias en 1963, Infancia y adolescencia de un viejo
aprendiz de escritor; en 1965 recibió el premio Casa de las Américas por su
ensayo La poesía ignorada y olvidada; en 1967 realizó una antología de poesía
vietnamita, y al año siguiente le fue otorgado el Premio Lenin de la Paz. Murió
el 10 de mayo de 1969, seis años más tarde se editaron sus poemas inéditos en
el volumen Cantos. La obra de Jorge Zalamea combina un refinado dominio del
lenguaje con un interés permanente por la cultura popular; trata de alimentarse
de ella, pero sobre todo de enriquecerla, de hacerla fortalecerse como
pensamiento y expresión de una colectividad.
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