jueves, 28 de mayo de 2015

Jorge Zalamea

Escritor y diplomático nacido en Bogotá, el 8 de marzo de 1905, muerto el 10 de mayo de 1969. Jorge Zalamea Borda estudió en el Gimnasio Moderno y en la Escuela Militar; después inició estudios en la Escuela de Agronomía, que no concluyó. A los 16 años debutó como crítico teatral en El Espectador, luego comenzó a publicar cuentos y reseñas en la revista Cromos.
Hizo parte de las tertulias del grupo Los Nuevos en el café Windsor quienes publicaron entre junio y septiembre de 1925 la revista del mismo nombre, paso importante en el surgimiento de una generación con pretensiones de renovar la literatura y la política nacional. Zalamea era el más joven del grupo, y se le recuerda como un joven seguro de sus intereses, con apariencia soberbia debido a su combatividad y manera directa e inmediata de responder a lo que le parecía injusto; otros de Los Nuevos eran León de Greiff, Germán Arciniegas, Rafael Maya, Luis Vidales y Alberto Lleras. Zalamea se unió luego a una compañía de comediantes, y viajó por Centroamérica; en Costa Rica publicó su primera pieza teatral, El regreso de Eva (1927). Entre 1928 y 1933 recorrió España, Francia e Inglaterra; fue miembro de la legación colombiana en Madrid y vicecónsul en Londres, desde donde redactó una carta abierta a Alberto Lleras y Francisco Umaña Bernal titulada "De Jorge Zalamea a la juventud colombiana". En esta carta, Zalamea acusaba a su generación de abandonar el papel crítico y fiscalizador que le correspondía en la actividad política del país (y que fue el propósito de los Nuevos), claudicando ante el poder que le ofrecían generaciones ya caducas. De regreso a Colombia, ocupó altos cargos en el Ministerio de Educación y fue director de la Comisión de Cultura Aldeana; mientras desempeñaba este último cargo, redactó el ensayo "El departamento de Nariño: esquema para una interpretación sociológica". De 1937 a 1938 fue secretario general de la Presidencia de la República, y su ejercicio se vio reflejado en el informe "La industria nacional. Cuando el gobierno de Alfonso López Pumarejo llegó a su fin, Zalamea se lanzó a la política, tras abandonar los cargos burocráticos.
En 1941 fue elegido representante a la Cámara por Cundinamarca, y dos años después, durante la segunda administración de López Pumarejo, fue nombrado embajador en México; luego pasó a ser embajador en Italia. Respecto a esta época, Alvaro Mutis dijo en 1963: Cuando Jorge Zalamea accedió a servir al país en puestos públicos o en representaciones diplomáticas, fue porque en ese momento la orientación del gobierno en turno se ajustaba a sus inflexibles principios de escritor Político, cuando estas circunstancias cambiaron, Zalamea se retiró inmediatamente a su vida privada y laboriosa, de ensayista y poeta. El año 1941 fue intenso para Jorge Zalamea en cuanto a publicaciones de su obra; aparecieron tres obras teatrales: El rapto de las sabinas, premiada en Estados Unidos, Pastoral y El hostal de Belén, traducida luego al inglés; La vida maravillosa de los libros, donde estudia aspectos de la literatura de España y de Francia; Nueve aristas colombianos, sobre notables pintores y escultores nacionales como Gonzalo Ariza y algunos de los Bachués; e Introducción al arte prehistórico, un tema sorprendente en la obra conocida de Jorge Zalamea, pero que será uno de los ejes de su reflexión creativa: el mundo del hombre antes de la historia, lo espontáneo en la expresión del hombre.
En tanto ocupaba la embajada en México, Zalamea tuvo un extraño encuentro literario: la poesía del poeta y diplomático francés Saint-John Perse, una de las más altas voces del siglo XX. Era un mal momento en su vida y, sin embargo, un día cualquiera según cuenta en su testimonio "La consolación poética"- habiendo tomado por azar el tomo de Elogios para releerlo ociosamente, he aquí que me nacía deporto la necesidad de anexarme el aire, la luz, el clima de las comarcas pérsicas; de hacer más duradera la nueva emoción que aquellos poemas suscitaran en mí; entonces, se aplicó a su traducción. Cuenta además Zalamea que mientras luchaba con la resistencia del texto a la traducción, fue encontrando el olvido de sus males, de las fuerzas negativas que lo acosaban y, por otra parte, se reunió de nuevo con la imagen del hombre pleno de dignidad, regalo que le daba la poesía de Perse. A propósito de esta labor, Alvaro Mutis señala: Perdurará como un auténtico milagro de recreación y compenetración; el mismo Perse se dirigió a Zalamea para reconocer que su versión iba, por momentos, más lejos de lo que él había logrado en su idioma. Zalamea vertió la obra completa de Perse al español, este es uno de sus mayores legados a nuestra literatura. En 1948 Jorge Zalamea volvió a Bogotá, y dirigió el quincenario Crítica durante tres años; allí publicó el cuento La metamorfosis de su excelencia, que le acarreó la censura del gobierno de Mariano Ospina Pérez a la revista.
Tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, se dirigió, junto con Gerardo Molina y Diego Montaña Cuéllar, a las desconcertadas multitudes desde la Radio Nacional. Alguien, tal vez un adversario, lo recuerda en los hechos del Bogotazo de la siguiente manera: Famoso radioamotinado del 9 de abril, locutor que incitó a la matanza, con su voz cavernosa y tremebunda y que se grabó con buril de fuego en la fantasía de quienes estuvimos hasta el amanecer pendientes de la radio, en esa fecha negra de la historia colombiana. En 1949 apareció su colección de ensayos literarios Minerva en la rueca. Clausurada Crítica, se exilió en Buenos Aires, donde realizó traducciones de Dimitri S. Merejhkovski, Jean Paul Sartre, T.S. Eliot, Paul Valery y Williarri Faulkner. Allí publicó su obra más famosa, El gran Burundú-Burundá ha muerto (1952), relato satírico de la historia de un dictador, su ascenso al poder y el gran espectáculo de su funeral, previsto por él mismo. No sólo es una sátira contra el Tirano (el mal en el poder), pues habría podido suceder que parte de la seducción de este texto escapara a la denuncia política y se enlazara con lo que Zalamea escribió unos años antes en "La consolación poética", traicionando así su objetivo: Hay veces que el mal es pasión. Entonces cierta grandeza comienza a redimirlo; cierta tenebrosa belleza a excusarlo. Sin embargo, el autor hizo lo posible por evitar este extravío del afecto, y el trabajo de ridiculización del Tirano en la obra logra opacar el aspecto de Soberbio Maligno; el Gran Burundú-Burundá es, más bien, el Torpe: Pero hay otras veces en que la maldad es mezquina, fría y, lo que es más espantable aún, gratuita. No surge de los torbellinos de la pasión; no es valerosa; no tiene causa percibible para el criterio humano. Se produce como un sudor maligno, como la baba que fluye de unos labios relajados. Es indudable que Jorge Zalamea alcanzó en esta obra una prosa de tal vigor y resonancia que el lector no puede sustraerse a la furia contra la injusticia que la ha generado.
En 1952 Zalamea viajó a la República Popular China, Checoslovaquia, Polonia y la Unión Soviética; como secretario del Consejo Mundial de la Paz, recorrió Europa, Medio Oriente e India. A principios de 1957 escribió en Benarés, a orillas del Ganges (India), la primera parte de El sueño de las escalinatas, cuya versión definitiva apareció en Bogotá en 1964. Este poema intenta restablecer la comunión entre el poeta que declama y su audiencia cercana y viva, el poeta a través del cual habla el mismo pueblo (Ácusa, acusa la audiencia!). El poema es la voz universal (porque es la de todos) que denuncia la miseria impuesta y reclama los derechos usurpados; por eso un poema que sucede en la India, sucede en cualquier parte del mundo. El triunfo de Jorge Zalamea es haber devuelto a la poesía su condición original, la unión mágica con la actualidad vital, reconciliación entre estética y ética. Jorge Zalamea publicó sus memorias en 1963, Infancia y adolescencia de un viejo aprendiz de escritor; en 1965 recibió el premio Casa de las Américas por su ensayo La poesía ignorada y olvidada; en 1967 realizó una antología de poesía vietnamita, y al año siguiente le fue otorgado el Premio Lenin de la Paz. Murió el 10 de mayo de 1969, seis años más tarde se editaron sus poemas inéditos en el volumen Cantos. La obra de Jorge Zalamea combina un refinado dominio del lenguaje con un interés permanente por la cultura popular; trata de alimentarse de ella, pero sobre todo de enriquecerla, de hacerla fortalecerse como pensamiento y expresión de una colectividad.


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